Cuando, hace ya bastantes añitos, mi padre me pidió que formara parte de la empresa de Construcción y Reformas, de REDES, SL, pensé que aquello era un trabajo bastante árido.
Entre nosotros, aquello de alicatar cuartos de baño, hacer muros de ladrillo o pintar paredes, no llamaba demasiado mi atención. Como administradora de la empresa tampoco es que tuviera que meterme mucho en aquellos fregaos, lo mío era revisar las cuentas, ver que las cosas iban bien y poco más.
Con el tiempo fui metiéndome más en el proceso de la reforma, rehabilitación o, como me gusta a mí llamarlo, TRANSFORMACIÓN y descubrí que es un mundo muy, muy atractivo.
Ahora, cuando veo un espacio antiguo, oscuro, sin vida, que nos piden “reformar”, mi cabeza se llena de imágenes, de posibilidades y, sobretodo, de ganas de hacer de ese ESPACIO viejuno algo bonito, actual, llamativo y del que sus moradores se sientan orgullosos.
Me gusta, no, me encanta lo que hacemos. Es apasionante ver que poniendo color aquí o allá, tirando un muro y poniendo un vinílico en el suelo o un techo cleaneo, algo pueda sufrir una transformación tal.
La construcción me habla ladrillo y pladur, me habla de tuberías y cemento, pero ¡SOBRETODO, ME HABLA DE CREATIVIDAD!